No es necesario ser un atleta de alto rendimiento para entrenar la parte psicológica. ¿Alguna vez has pensando en esto?
Aunque hay una creencia de que la psicología del deporte se centra en los atletas de alto rendimiento, la verdad es que existen ramas específicas que se dedican más a la parte recreativa, es decir: todos deberíamos entrenar la mente para tener una relación más saludable con el deporte y, además, rendir mejor. Esto es parecido a lo que sucede en la parte física: aunque seamos atletas recreativos igual debemos tener un entrenador, alimentarnos bien, cuidar la carga de entrenamientos ydescansar, de lo contrario nos podemos lesionar. La parte mental también es un tema a considerar para que la ecuación esté completa.
¿Qué es entrenar la mente?
“Va desde el por qué, para qué y por quién estoy haciendo deporte hasta cuál es mi motivación para moverme, quéme impulsa a elegir un deporte y una competencia. También tiene que ver con cuál es la actitud con la que nos tomamos los entrenamientos, las expectativas que tenemos y si hay o no culpa cuando no cumplimos un entrenamiento. Entrenar la mente también tiene que ver con a qué le pongo atención cuando estoy entrenando, qué me digo, si me presiono, si estoy pensando en que voy a llegar de último”. Así explica Grettel Sanabria, psicóloga, socióloga, instructora de yoga y entrenadora personal de qué hablamos cuando hablamos de psicología deportiva.
¿Y cómo se entrena la mente para que nuestra relación con el deporte y la obtención de metas mejore? Depende. Porque, como todo lo relacionado al deporte o a la nutrición, lo ideal es respetar el principio de individualización y que cada persona lleve un proceso específico según sus necesidades y objetivos. Para quienes se están iniciando en la práctica deportiva, quizá sea necesario empezar por definir cuál es la motivación por la cual están haciendo deporte, y determinar si es una motivación extrínseca o intrínseca.
“Muchas personas empiezan a hacer deporte por motivación extrínseca, lo cual no es malo, lo que sucede es que cuando solo existe motivación extrínseca es más fácil que fácilmente abandonen o no sean consistentes en el deporte. Dos ejemplos de motivación extrínseca son bajar de peso y mejorar la salud, es decir, lo que motiva a hacer deporte es la obtención de un resultado”, afirma Sanabria.
Por su parte, la motivación intrínseca está relacionada totalmente con el placer en sí de hacer actividad física y no como una vía para obtener algo. “Aunque empecemos medio obligados, o empecemos con motivación extrínseca, mentalmente podemos empezar a ponerle atención a qué es lo que nos da placer cuando nos movemos, para poder encontrar la motivación intrínseca”, dice la psicóloga.
La motivación intrínseca es la que fortalece la constancia y la sana relación con el ejercicio. Es la que nos permite levantarnos para cumplir con los entrenamientos sin que sea una compensación, sin que sintamos culpa si no terminamos un ejercicio y sin que exista la presión de hacerlo como una manera de obtener algo.
¿Cómo afrontar un evento?
Definitavemente así no, de hecho Grettel Sanabria recomienda trabajar de la mano de un profesional en psicología el entrenamiento mental asociado al deporte. Especialmente cuando vamos a iniciar un proceso de entrenamiento para un evento específico. Sin embargo, explica que existen cuatro etapas que todas las personas podríamos poner en práctica para disfrutar de una mejor manera cada sesión de entrenamiento y, sobre todo, estar mejor preparados para el gran día. Ese gran día puede ser correr 100 metros planos, hacer nuestra primera carrera de 5 kilómetros, un maratón o una ultramaratón. En todos los casos la mente juega un papel fundamental.
Las cuatro etapas son relajación, visualización, metas y focalización.
En la primera etapa entra todo lo que nos ayuda a relajarnos para afrontar un entrenamiento o una carrera. Puede ser música, puede ser concentración, puede ser no hablar con nadie. Todos estos aspectos debemos ponerlos en práctica durante las sesiones de entrenamiento y no llegar el día de la carrera a improvisar.
En la etapa de visualización se prepara la carrera, se repasa el recorrido, el tiempo que vamos a tardar corriendo y se analizan imprevistos que puedan surgir. En esta parte lo ideal es que el factor sorpresa sea el menor.
Metas. ¿Qué quiero con la carrera? Puedo definir una meta de rendimiento, que sería conmigo mismo, como por ejemplo bajar mis tiempos. O puedo definir una meta de resultado, que sería competir con alguien más. Saber qué quiero o qué espero es fundamental para afrontar una prueba.
Finalmente, en la focalización entra a jugar mi atención y autodiálogo durante la carrera. Se trata de definir si centro mi atención en el dolor de rodilla, en que todos me están pasando, en mi ritmo, en el ambiente, o en lo que mi cuerpo me dice. Todo esto se entrena para saber cómo actuar cuando lleguemos a una parte compleja del recorrido y empecemos a pensar que ya no podemos más.
“Analizar mis pensamientos antes, durante y después de mis entrenamientos es importante. Los pensamientos negativos o irracionales provocan que muchas personas abandonen el deporte. Si vemos que estamos teniendo pensamientos negativos, es posible empezar a trabajar en algunos más positivos para llegar a tener una mejor relación con el deporte”, concluye Sanabria.
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